Creo que hay una nueva conciencia en este siglo XXI de que el diseño es tan importante para dónde y cómo vivimos como lo es para los museos, auditorios y edificios cívicos.
Una conciencia creciente de la profundidad del apego popular a la familia ha llevado a algunos liberales a conceder que la familia no es solo un rumor para la reacción.
La vida es la culminación del pasado, la conciencia del presente, el indicio de un futuro más allá del conocimiento, la calidad que le da un toque de divinidad a la materia.