Considera a la tierra como un organismo vivo que está siendo atacado por miles de millones de bacterias cuyo número se dobla cada cuarenta años. O el huésped muere, o el virus muere o ambos mueren.
La primera panacea para una nación mal administrada es la inflación de la moneda; la segunda es la guerra. Ambos traen una prosperidad temporal; ambos traen una ruina permanente. Pero ambos son el refugio de oportunistas políticos y económicos.