El ojo de Dios que todo lo ve, vió nuestro deplorable estado; infinita compasión tocó el corazón del Padre de las misericordias; y sabiduría infinita estableció el plan para nuestra recuperación.
Una playa no es sólo un barrido de arena y conchas de animales marinos, el cristal de mar, las algas, los objetos incongruentes que fueron lavados por el océano.
En este mundo peligroso en que vivimos, donde el odio y la violencia y los desastres naturales a veces chocan para casi abrumarnos, cada uno de nosotros puede ayudar de alguna manera.