Las rocas, el agua, etc., son palabras de Dios, y también lo es el hombre. Todos fluimos desde una fuente del Alma. Todos somos expresiones de un Amor.
En lo que respecta a lo que yo observo, no es importante que tengamos libre albedrío, siempre y cuando tengamos la ilusión del libre albedrío que nos impida enloquecer.