Tú y yo nos reuniremos nuevamente, cuando menos lo esperemos, un día en algún lugar lejano, reconoceré tu rostro, no diré adiós amigo mío, ya que nos volveremos a reunir.
La gloria de la jardinería: las manos en la tierra, la cabeza en el sol, el corazón con la naturaleza. Alimentar a un jardín es alimentar, no sólo en el cuerpo, sino el alma.
No hay jardinería sin humildad. La naturaleza constantemente envía a sus eruditos más antiguos al fondo de la clase de la clase por algún error notorio.