En cuanto a nosotros mismos, sí, debemos ser mansos, soportar la injusticia, la maldad, el juicio impulsivo. Debemos dar la otra mejilla, renunciar a nuestro capa, ir una segunda milla.
Hay buena evidencia de que Venus una vez tuvo agua líquida y una atmósfera mucho más fina, similar a la Tierra miles de millones de años atrás. Pero hoy la superficie de Venus es seca como un hueso, lo suficientemente caliente como para derretir el plomo, hay nubes de ácido sulfúrico que llegan a cien millas de alto y el aire es tan espeso, que es como estar a 900 metros de profundidad en el océano.
Es más difícil perdonarnos a nosotros mismos, así que probablemente es mejor empezar con otras personas. Es casi como pelar una cebolla. Capa por capa, perdonando a otros, realmente uno llega al punto en que se puede perdonar a sí mismo.