Una buena madre recuerda servir fruta en el desayuno, es siempre alegre y nunca grita, logra no proyectar sus propias neurosis e insuficiencias en sus hijos, es una voluntaria activa y amada en la comunidad. No se le olvida hacer compromisos para sus hijos jueguen con otros niños, que la ropa de sus niños les quede bien, hace proyectos de arte con ellos y disfruta de todos sus juegos.
Ayelet Waldman
novelista