La primera panacea para una nación mal administrada es la inflación de la moneda; la segunda es la guerra. Ambos traen una prosperidad temporal; ambos traen una ruina permanente. Pero ambos son el refugio de oportunistas políticos y económicos.
En ausencia del patrón oro, no hay ninguna manera de proteger los ahorros de ser confiscados a causa de la inflación. No hay ningún almacén de valor seguro.