Es cierto que a menudo estoy asombrado e incluso encolerizado y asqueado por las extrañas direcciones y el contenido provocador de las nuevas formas que parecen surgir cada pocos meses.
La oración es no pedir. Es un anhelo del alma. Es la aceptación diaria de la debilidad. Es mejor en la oración tener un corazón sin palabras que palabras sin corazón.