Frase de Bertolt Brecht

Constrúyeme a un hijo, oh Señor, que será lo suficientemente fuerte para saber cuándo es débil y bastante valiente para enfrentarse a sí mismo cuando tiene miedo, uno que se sentirá orgulloso y desplegante en el derroto honesto, y humilde y apacible en la victoria.

La derrota puede servir así como la victoria para sacudir el alma y dejar que la gloria salga.

El objetivo de la discusión, o del debate, no debe ser la victoria, sino el progreso.

El fracaso debe ser nuestro maestro, no nuestro enterrador. El fracaso es una demora, no una derrota. Es un desvío temporal, no un callejón sin salida. El fracaso es algo que sólo podemos evitar si no decimos nada, no hacemos nada y no somos nada.

El sabor de la derrota supone la riqueza de una experiencia que nada puede igualar.

Mi mejor característica es mi persistencia. Nunca me doy por vencido durante un partido. No importa que tan abajo esté, lucho hasta la última bola. Mi lista de partidos demuestra que he logrado transformar muchas derrotas supuestamentte irrecuperables, en victorias.

Las personas más bellas que hemos conocido son aquellos que han conocido la derrota, conocido el sufrimiento, conocido la lucha, conocido la pérdida y han encontrado su camino fuera de esas profundidades.

No hay camino más corto hacia la derrota que entrar en una guerra preparado inadecuadamente.

La vida solo la conocen verdaderamente aquellos que sufren, pierden, enfrentan la adversidad y tropiezan de derrota en derrota.

No importa qué dura fue la pérdida, la derrota podría servir igualmente como una victoria para sacudir el alma y sacar la gloria hacia fuera.