Vivimos en un mundo maravilloso que está lleno de belleza, encanto y aventura. No hay final alguno para las aventuras que podemos tener si tan sólo las buscamos con nuestros ojos abiertos.
El problema con muchos hombres es que tienen suficiente religión para hacerlos miserables. Si no existe alegría en la religión, tienes una fuga en tu religión.
La alegría, al parecer, es un asunto que depende plenamente tanto del estado de cosas en nuestro interior como del estado de cosas del exterior y alrededor de nosotros.