En el tiempo que tenemos es nuestro deber seguramente el hacer todo lo bueno que podemos a todas las personas que podamos de todas las maneras que podamos.
El amor siempre implica responsabilidad, y el amor siempre implica sacrificio. Y no amamos realmente a Cristo a menos que estemos preparados para afrontar Su tarea y tomar Su Cruz.
La tragedia de la vida y del mundo no es que los hombres no conozcan a Dios; la tragedia es que, conociéndolo, siguen insistiendo en ir a su propia manera.