Con precaución nos permitimos la suposición que se puede mantener la moralidad sin la religión. La razón y la experiencia nos prohiben esperar que la moralidad nacional prevalezca excluyendo el principio religioso.
La moralidad moderna y los buenos modales suprimen los instintos naturales, mantienen ignorante de los hechos de la naturaleza a la gente, y hacen que luche dando tumbos sobre cuentos de fantasma.