Tenemos que aceptar que no siempre tomaremos las decisiones correctas, que a veces meteremos la pata - entendiendo que el fracaso no es lo opuesto del éxito, sino parte del éxito.
El único rival de uno es su propia potencialidad. El único fracaso de uno es no lograr estar a la altura de sus propias posibilidades. En este sentido, cada hombre puede ser rey y por lo tanto debe ser tratado como un rey.