Nunca me obligo a ser devote, excepto cuando me siento muy inspirado. Y nunca compongo himnos sagrados a menos de que sienta devoción real y verdadera en mí.
Cuando tienes un esposo devoto a Dios, una esposa devota a Dios, hijos que respetan a sus padres y cuyos padres los aman, que proveen a esos hijos sus necesidades físicas, espirituales y materiales, tienes la unidad ideal.