Mi imaginación, mi capacidad para entender la manera cómo el amor y las personas crecen con el tiempo, cómo la pasión puede sorprender y renovar, me falló totalmente.
Como una religión, el bilingüismo es un dios que falló. Ha conducido a la falta de justicia, no ha logrado ninguna unidad y le ha costado a los contribuyentes canadienses incalculables millones.