Llegar a lugares como Bangkok o Singapur fue un infierno. Pero cuando llegabas allí era el último rincón del mundo. Era sólo un grupo de pequeños galpones de lata.
Siempre que lata el corazón de un hombre, siempre que la carne de un hombre se estremezca, no permito que un ser dotado de pensamiento y deseo se permita desesperarse.
La prominencia es genial, pero puede ser una lata cuando el engaño empieza a hacer efecto. Especialmente si decides rodearte de amigos y no de acólitos.
Mi recuerdo más feliz de la infancia fue mi primer cumpleaños en el reformatorio. Este maestro se interesó en mí. De hecho, él me dio el primer regalo de cumpleaños que jamás recibí: una caja de Cracker Jacks y una lata ABC para lustrar zapatos.