Puedes vivir tu vida enojado, amargo, enfadado con alguien o incluso sintiéndote culpable, sin dejar atrás tus propios errores, pero no vas a recibir las cosas buenas que Dios te tiene reservadas.
Quizás nada nos ayude a hacer el movimiento de nuestros pequeños seres a un mundo más grande, que recordar a Dios en gratitud. Esta perspectiva pone a Dios a la vista en todos aspectos de la vida, no sólo durante los momentos que reservamos para adorarlo o cuando nos dedicamos a las disciplinas espirituales. No sólo en los momentos en que la vida parece fácil.
Invertimos menos en nuestras amistades y esperamos más de los amigos que cualquier otra relación. Pasamos días ideando dónde reservar una cena romántica, semanas pensando cómo celebrar el cumpleaños de una socio o de los padres y segundos olvidando el aniversario importante de un amigo.