Toda persona recuerda algún momento en su vida donde fue testigo de alguna injusticia, grande o pequeña y se hizo de la vista gorda porque las consecuencias de intervenir parecían demasiado intimidantes. Pero hay un límite a la cantidad de descortesía, desigualdad y falta de humanidad que un individuo puede tolerar. He cruzado esa línea. Y ya no estoy solo.
Vi el alunizaje cuando niño, y pensé que era lo más emocionante del mundo, eso de viajar al espacio, orbitar la Tierra y explorar otros planetas. Parecía fantástico.
La gran ambición, el deseo de superioridad real, de liderar y dirigir, parece ser en conjunto peculiar al hombre, y el habla es el gran instrumento de la ambición.