La esperanza definitivamente no es lo mismo que el optimismo. No es la convicción de que algo saldrá bien, sino la certeza de que algo tiene sentido, independientemente de cómo resulte.
Lo que más esperanza me da todos los días es la gracia de Dios; el saber que su gracia me dará la fuerza para enfrentar cualquier cosa, saber que nada sorprende a Dios.
El gran regalo de la Pascua es la esperanza, la esperanza cristiana que nos hace tener esa confianza en Dios, en su máximo triunfo y en su bondad y amor, al cual nada puede sacudir.