Nuestras vidas no quedan determinadas por lo que nos sucede, sino por cómo reaccionamos a lo que sucede, no por lo que la vida nos trae sino por la actitud que le llevamos a la vida.
Nuestros ingresos son como nuestros zapatos; si son demasiado pequeños, nos irritan y nos pellizcan; pero si son demasiado grandes, nos hacen tropezar.