El padre de una hija no es más que un rehén de clase superior. Un padre da una cara pétrea a sus hijos, los reprende, sacude sus cornamentas, patas al suelo, resoplidos, les sale corriendo en la maleza, pero cuando su hija pone su brazo sobre su hombro y dice: "Papá, necesito preguntarte algo", el padre es un pedacito de mantequilla en una sartén caliente.
Garrison Keillor
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