El ojo de Dios que todo lo ve, vió nuestro deplorable estado; infinita compasión tocó el corazón del Padre de las misericordias; y sabiduría infinita estableció el plan para nuestra recuperación.
El gran regalo de la Pascua es la esperanza, la esperanza cristiana que nos hace tener esa confianza en Dios, en su máximo triunfo y en su bondad y amor, al cual nada puede sacudir.