El que tiene ojos para ver y oídos para oír puede convencerse a sí mismo que ningún mortal puede guardar un secreto. Si sus labios son silenciosos, él charla con las puntas de sus dedos; traición se rezuma de él por cada poro.
Durante los días de Samuel Johnson habían grandes hombres disfrutando de conversaciones pequeñas, hoy tenemos pequeños hombres disfrutando de grandes charlas.
El sueño es el mejor momento para repararse, pero es difícil conseguir una buena noche de descanso cuando no bajamos el volumen de nuestra charla interior.