En los campos de Flandes las amapolas soplan entre las cruces, de fila en fila, que marcan nuestro lugar, y en el cielo, las alondras, aún cantando valientemente, vuelan apenas escuchadas entre las armas de abajo.
Ahora veo a a la humanidad veo como una planta vasta que para su total plenitud solo necesita amor, las bendiciones naturales del aire libre y cruces y selecciones inteligentes.