El odio de los hombres pasará y los dictadores morirán y el poder que tomaron de la gente volverá al pueblo. Y así, mientras los hombres mueran, la libertad nunca perecerá.
Es una paradoja que todo dictador haya subido al poder por la escalera de la libertad de expresión. Inmediatamente al alcanzar el poder todo dictador ha suprimido toda libertad de expresión, salvo la propia.