El espíritu de ganador es no en un nacimiento dotado, un alto coeficiente intelectual, ni en el talento. El espíritu del ganador está en la actitud, no la aptitud. La actitud es el criterio para el éxito.
Si la única herramienta que usamos para analizar lo que es valioso es una etiqueta de precio, entonces esas cosas que no tienen etiquetas de precios comienzan parecer que no tienen ningún valor.