La mente consciente puede ser comparada con una fuente jugando al sol y volviendo a caer en la gran piscina subterránea del inconsciente de la cual emerge.
Las rocas, el agua, etc., son palabras de Dios, y también lo es el hombre. Todos fluimos desde una fuente del Alma. Todos somos expresiones de un Amor.
De la igualdad de derechos brota la identidad de nuestros más altos intereses; no se puede subvertir los derechos del vecino sin asestar un golpe peligroso a los propios.