La total diferencia entre construcción y creación es exactamente esto: que una cosa construida sólo puede ser amada después de que está construida; pero una cosa creada es amada antes de que exista.
El amor humano le tiene poco respeto a la verdad. Hace a la verdad relativa, puesto que nada, ni siquiera la verdad, debe interponerse entre él y la persona amada.
Así como una madre encuentra placer en tomar a su hijo en su regazo, para alimentarlo y acariciarlo, de igual manera nuestro Dios amoroso muestra su cariño por sus almas amadas que se han entregado totalmente a Él y han puesto toda su esperanza en su bondad.
Una buena madre recuerda servir fruta en el desayuno, es siempre alegre y nunca grita, logra no proyectar sus propias neurosis e insuficiencias en sus hijos, es una voluntaria activa y amada en la comunidad. No se le olvida hacer compromisos para sus hijos jueguen con otros niños, que la ropa de sus niños les quede bien, hace proyectos de arte con ellos y disfruta de todos sus juegos.
Es amor en lugar de lujuria sexual o sexualidad desenfrenada si, además de la necesidad o el deseo involucrado, también hay un impulso a dar placer a las personas así amadas y no solo utilizarlos para nuestro propio placer egoísta.
Soy más feliz cuando amo que cuando soy amada. Adoro a mi esposo, a mi hijo, a mis nietos, a mi madre, a mi perro, y, francamente, no sé si siquiera les agrado. ¿Pero a quién le importa? Amarlos es mi alegría.
Cuando seas mayor comprenderás que algunas cosas muy pequeñas, aparentemente sin valor en sí mismas, pueden ser amadas y apreciadas por sobre todo cuando transmiten el amor y la consideración de un buen corazón.